Nuestra sociedad está formada por multitud de oficios y profesiones que, a lo largo de los años, han definido nuestra cultura, economía y forma de vida. Sin embargo, con el avance de la tecnología y los cambios en el mercado laboral, algunos de estos oficios tradicionales se están enfrentando a una desaparición silenciosa. En este artículos os vamos a mostrar una lista de oficios en peligro de extinción, cómo las nuevas tecnologías están directamente relacionadas con esto y, ahondaremos en el oficio de zapatero y qué nos perderíamos si llegara a desaparecer.
Oficios en peligro de extinción
Es increíble ver en los últimos años, como ciertos oficios que han sido pilares fundamentales y han sostenido nuestras comunidades y culturas están desapareciendo sin dejar rastro debido al paso el tiempo y los rápidos avances tecnológicos. Todo ellos los ha colocado al borde de la extinción. Estos son algunos de ellos:
-Los zapateros: A medida que la producción masiva se ha apoderado del mercado, la singularidad y artesanía de los zapateros tradicionales ha quedado en segundo plano. Las grandes corporaciones, con sus procesos automatizados, ofrecen zapatos a precios de cualquier bolsillo, pero a menudo a expensas de la calidad y durabilidad. Sin embargo, no podemos hablar de que esto esté pasando solo por los precios, ya que empresas internacionales, pueden vender zapatos a altos costos, cosa que no frena a las personas a comprar el producto.
-Los afiladores: En tiempos pasados, el sonido familiar del afilador recorriendo las calles era común. Sin embargo, con la llegada de herramientas y cuchillos de un solo uso, la necesidad de este oficio ha disminuido drásticamente. La tradición de afilar y mantener las herramientas ha sido eclipsada por la conveniencia de reemplazarlas. Con el coste a gran escala que esto está generando para el medio ambiente.
-Los lampistas: En la era de la electrificación y la automatización, la figura del lampista, especializado en la instalación y reparación de sistemas de iluminación, se ha vuelto menos relevante. Las soluciones modernas y los sistemas plug-and-play han disminuido la demanda de expertos en este campo.
-Los artesanos del cuero: Con la producción industrializada de artículos de cuero, desde bolsos hasta accesorios, los artesanos que antes creaban piezas únicas y personalizadas están luchando por mantener su relevancia en un mercado saturado por productos cada vez más genéricos. Ya solo se ven a veces en puestos de mercadillos.
-Los reparadores de relojes: En un mundo digital donde los dispositivos electrónicos proporcionan la hora de manera precisa, la necesidad de reparadores de relojes ha disminuido drásticamente. Anteriormente, ellos eran fundamentales para mantener en funcionamiento los relojes mecánicos, pero hoy en día, la mayoría de las personas optan por dispositivos electrónicos más modernos y desechables.
-Los encuadernadores tradicionales: Con el auge de los libros electrónicos y la impresión bajo demanda, la profesión de encuadernador tradicional ha perdido relevancia. Antes, estos expertos transformaban cuidadosamente hojas sueltas en obras encuadernadas, pero ahora la mayoría de la producción editorial se realiza de manera industrial o digital, relegando esta antigua habilidad a un segundo plano.
Estos ejemplos subrayan la necesidad urgente de reconocer y valorar estos oficios antes de que se pierdan para siempre, llevándose consigo una parte invaluable de nuestra herencia cultural y artesanal.
¿Qué está detrás de todo esto?
Conveniencia de las empresas
¿Esto está pasando para que las personas tengas los productos más a mano y al alcance del bolsillo de todos o hay algo más oscuro detrás? Está claro que no lo están haciendo por amor al arte. Un término poco conocido pero que está a la orden del día y que está en todo lo que nos rodea es la “obsolescencia programada”. Cuando el capitalismo comenzó a dominar el mundo y cada vez había más y más empresas y más personas que consumían descubrieron que no salía rentable para el negocio producir cosas duraderas, de calidad y que se pudieran reponer o arreglar. Por eso comenzaron a hacer las mismas cosas, los muebles, la ropa, los zapatos y, hoy en día, la tecnología, con materiales baratos, con piezas soldadas o de una sola pieza y de manera que no pudieran arreglarse o reponerse y las personas, cuando se rompieran y gastaran, se tuvieran que comprar otro producto nuevo. Eso ha pasado a gran escala, por lo que las empresas, mirando solo en su beneficio actual no hay pensando realmente ni en el bienestar económico de las personas, ni en el bienestar del medio ambiente. Parece que todos lo saben pero no hacen nada por remediarlo.
La consecuencia de conseguir beneficios instantáneos y constantes es la perdida directa de empleos que se dedicaban a hacer cosas de calidad, duraderas, reparables y confortables, la pérdida de salud de las personas, el gasto económico constante y la contaminación masiva del medio ambiente.
Influencia de las nuevas tecnologías
El ritmo vertiginoso de la innovación tecnológica está transformando continuamente nuestra sociedad, alejándonos de lo natural y lo sano e impactando profundamente en la relevancia de numerosos oficios tradicionales. A medida que avanzamos hacia una era dominada por la digitalización, la automatización y la inteligencia artificial, ganamos en confort pero perdemos todo lo demás.
Automatización y producción masiva
Uno de los efectos más palpables de la tecnología moderna es la capacidad de producir bienes a una escala sin precedentes. Las fábricas automatizadas y las líneas de montaje robotizadas han redefinido la eficiencia y la velocidad de producción. Si a esto le añadimos la obsolescencia programada… ya os podéis imaginar el futuro que estamos programando.
Un vistazo a nuestros zapateros
Una de las principales diferencias entre las producciones automáticas y los zapateros de oficio radica en la precisión y la personalización. Mientras que las máquinas están diseñadas para producir en grandes volúmenes con una precisión milimétrica, la mano de obra humana aporta una dimensión de personalización y atención al detalle que es imposible de replicar. Los artesanos y profesionales expertos, pueden adaptar cada pieza según las necesidades y preferencias individuales, creando productos únicos y de alta calidad.
Además, la mano de obra humana se distingue por su capacidad inherente para la creatividad y la adaptabilidad. A diferencia de las máquinas, que operan según parámetros predefinidos, los seres humanos tienen la capacidad de innovar, resolver problemas y adaptarse a situaciones difíciles. Esta flexibilidad y creatividad es muy valiosa en industrias donde la innovación y la personalización son esenciales para satisfacer las demandas del mercado y los clientes.
También la mano de obra humana aporta una conexión emocional y cultural que las máquinas nunca aportarán. Los artesanos infunden sus productos con historias, tradiciones y significados culturales, creando una conexión tangible entre el objeto y la persona. Esta conexión emocional y cultural le añade un valor incalculable que va más allá de la funcionalidad y la estética, enriqueciendo la experiencia de los clientes y su apreciación por los productos artesanales.
Curtidos y Tapicerías – Pérez Burgos e Hijos, expertos en la venta de productos necesarios para realizar trabajos manuales, añaden, además, que, mientras que antiguamente los zapateros debían de acudir a cierto tipo de materiales para reparar zapatos, los cuales usaban con mimo y cariño para dejar los zapatos perfectos, las máquinas usan solamente patrones que desechan todo su trabajo manual.
No podemos olvidarnos del planeta y nuestra salud y de que es muy urgente que retomemos prácticas que respeten las dos cosas ya que no solo vivimos de la moda o los móviles sino también del aire que respiramos, lo que comemos y de nuestro cuerpo. ¿Qué mejor manera que volver a pensar en nuestros bolsillos y nuestra salud que volviendo a esa tiendita olvidada y comprando algo de calidad, duradero y más cómodo que cualquier cosa que vendan en supermercados?
Necesitamos preservar este oficio y todos los demás
La preservación de oficios tradicionales como el de zapatero va más allá de la mera conservación de habilidades y técnicas; representa una misión vital para mantener vivas nuestras raíces culturales, promover la innovación y garantizar la transmisión de conocimientos valiosos a las generaciones futuras. En esta sociedad de placer automático, comodidad limitante del espíritu humano y estrés continuo, la preservación de estos oficios artesanales se convierte en un acto de resistencia y un testimonio de la importancia de valorar la calidad sobre la cantidad.
Preservar el oficio de zapatero es fundamental para conservar nuestra identidad cultural y patrimonio histórico. Estos oficios son portadores de tradiciones, técnicas y narrativas que han sido transmitidas de generación en generación, enriqueciendo nuestra comprensión de quiénes somos y de dónde venimos. Al mantener viva esta herencia cultural, aseguramos que las futuras generaciones puedan apreciar y aprender de nuestras tradiciones y valores compartidos.
Y más allá de la tradición o la cultura, podremos salvar la salud, el ecosistema y la economía, que llevan ya en la cuerda floja unos cuantos años y todo el mundo se pregunta por qué y capta supuestas respuestas al vuelo, que no son las verdaderas. Lo cierto es que todos sabemos que necesitamos un cambio y lo mejor es empezar por esto, porque todos lo necesitamos.
Finalmente, el acto de preservar estos oficios significaría la transmisión de conocimientos y habilidades críticas a las generaciones futuras. Estos oficios requieren una combinación única de destreza manual, conocimiento técnico y pasión, cualidades que solo pueden ser transmitidas a través de un aprendizaje práctico y directo. Al mantener vivos estos oficios, aseguramos que las habilidades y conocimientos adquiridos a lo largo de siglos no se pierdan en el olvido, sino que continúen enriqueciendo nuestra sociedad y cultura. Que es exactamente lo que les está quitando a las nuevas generaciones esta vorágine sin sentido de tecnología.
Concluimos con un llamado en este año nuevo a salvar de la cuerda floja estos pequeños y sencillos pero importantes y vitales oficios. Comencemos a valorar lo que siempre ha sido nuestro, de carne y hueso y que el plástico y la tecnología nos quieres arrebatar para siempre.