El duelo en la adolescencia ¿Cómo podemos ayudar?

Lamentablemente todas las personas del mundo en algún momento de nuestras vidas pasamos por un proceso de duelo. El problema es que no siempre se tienen las herramientas para que pasar por él sea lo menos traumático posible. Todas las pérdidas son complicadas y por lo general, es difícil enfrentarse a ellas, sin importar cuán preparados podamos estar.

El duelo se suele asociar directamente con la muerte, cuando la realidad es que los procesos de duelo pueden ser por distintos tipos de experiencias como rupturas de pareja, cambios de domicilio, cambios de estatus profesional, procesos de enfermedad o de merma funcional, entre muchas otras.

Partiendo de allí y entendiendo que se pueden vivir distintos tipos de duelo, es importante recalcar lo que mencionamos antes, todas las pérdidas son complicadas de asimilar, pero tener las herramientas ayudan a que se pueda hacer un proceso más sano.

Ahora bien, el duelo se vive de diferente manera, según la etapa en la que se encuentra el individuo que lo padece, eso significa que un adulto lo maneja diferente a un niño, al igual que un anciano no lo asimila de la misma manera que un adolescente.

La adolescencia es una etapa que tiene unas características muy específicas que hacen que no solo la gestión del duelo, sino incluso las relaciones personales y la comunicación puedan ser complicadas. Entre los 13 y los 18 años se experimentan un sinfín de cambios físicos y emocionales que hacen que sea una etapa sensible a muchos niveles, y sufrir una pérdida durante esos años tan inestables a nivel emocional, puede hacer que las cosas para el adolescente y sus familias se hagan más complicadas.

El duelo en la adolescencia es una situación en la que se cruzan distintas percepciones: por un lado, la relativización de algo que, aunque se sepa real, se ve todavía muy lejano, para el adolescente, las pérdidas pueden darse y es consciente de eso, pero no piensa que van a pasarle a él. Por otra parte, esa dificultad para exteriorizar sentimientos que acompaña a muchas personas en esa franja de edad, a lo que se suma la creencia de que puede solucionarlo todo sin ayuda de nadie.

Cuando se va a trabajar el duelo en la adolescencia, ese problema comunicacional puede ser una de las grandes trabas en el proceso de aceptación y aprendizaje. Por ello, para la psicóloga Marisa Hernández Torrijo es importante que se sepa equilibrar una comunicación activa con el adolescente con una intensión pedagógica para que el duelo sirva como una experiencia de autodescubrimiento y de lección de vida y, sobre todo, es fundamental saber respetar tiempos, espacios y momentos personales para que pueda gestionar sus emociones de forma íntima y privada, pero a su vez, que el adolescente sepa que estamos aquí (sin intenciones de forzarlo), para apoyarlos a lo largo del todo el proceso..

Debemos entender que el duelo tiene unas etapas o fases que toda persona debe pasar para poder superar la perdida, por eso es tan importante respetar los tiempos y estar siempre a la mano para brindar ayuda y apoyo.

¿Cuáles son las fases del duelo?

Las fases del suelo pueden considerarse los distintos obstáculos que debe superar la persona, para poder aceptar la pérdida. Por lo general, esas fases siguen un orden (el que utilizaremos para explicarlas), pero pueden darse casos en los que ese orden cambie, pues cada persona es distinta y maneja las emociones de forma diferente. Estas fases son:

  • Negación: es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de una pérdida. No es extraño que, cuando se experimenta una pérdida súbita, tengamos una sensación de irrealidad o de incredulidad que puede verse acompañada de una congelación de las emociones. La negación puede ser más sutil y presentarse de un modo difuso o abstracto, restando importancia a la gravedad de la pérdida o no asumiendo que sea irreversible, cuando en muchos casos lo es.
  • Ira: Es bastante frecuente que el primer contacto con las emociones tras la negación, sea en forma de ira. En esta fase se activan sentimientos de frustración y de impotencia que pueden acabar en atribuir la responsabilidad de una pérdida irremediable a un tercero. En casos extremos, las personas no pueden ir elaborando el duelo porque quedan atrapadas en una discusión constante y sostenida que les impide despedirse adecuadamente del objeto amado.
  • Negociación: En la fase de negociación, se comienza a contactar con la realidad de la pérdida al tiempo que se empiezan a explorar qué cosas hacer para revertir la situación. La negociación la podemos entender como esa etapa en la que se busca solventar un problema que no tiene solución. Un ejemplo de esta fase puede ser la búsqueda de segundas o terceras opiniones médicas en pacientes con enfermedades terminales.
  • Depresión: A medida que avanza el proceso de duelo y se va asumiendo la realidad de la pérdida, se comienza a contactar con lo que implica emocionalmente la ausencia, lo que se manifiesta de diversos modos: pena, nostalgia, tendencia al aislamiento social y pérdida de interés por lo cotidiano. Si bien se le conoce como depresión, de un tiempo para acá, los especialistas están buscando cambiar la terminología a “pena” o “tristeza”, para que pierda la connotación de que se trata de algo patológico, recordemos que la depresión es una enfermedad y por ende, se debe tratar con ayuda de profesionales.
  • Aceptación: Supone la llegada de un estado de calma que va ligado a la comprensión, no sólo racional sino también emocional, de que la pérdida sufrida, sea del tipo que sea, son fenómenos inherentes a la vida humana. En esta fase del duelo, nos acercamos a cerrar la herida y aprender a vivir con la pérdida.

¿Cómo ayudar a un adolescente que está pasando por un duelo?

Como adultos es evidente que queremos ayudar a los niños y adolescentes a pasar por todas las etapas de su vida de una forma más agradable, sin embargo, en el caso del duelo no es mucho lo que podemos hacer; sino respetar los tiempos que necesite el adolescente y como mencionamos antes, estar siempre cerca por si necesita nuestra ayuda.

Ahora bien, eso no significa que debemos quedarnos de brazos cruzados, como adultos somos responsables de identificar los problemas y buscarles solución, por ello, es importante que tomemos en cuenta los siguientes consejos cuando se trata de ayudar a nuestro adolescente a enfrentarse a una pérdida:

  • Observa su actitud: Si notamos que el adolescente tiene una actitud pesimista, desafiante, rebelde, y sus estudios se han visto afectados, es recomendable abrir canales de comunicación; para ello, se debe crear un ambiente de confianza en el que pueda expresarse con libertad; escucha con atención y comparte también tus experiencias y tu sentir, la confianza y la comunicación debe ser bidireccional.
  • La amistad es fundamental: En esta etapa de duelo es importante que los lazos de la amistad se fortalezcan. Es bueno permitirle al adolescente pasar tiempo con sus amigos (siguiendo las normas de la casa), a fin de que pueda reanudar sus actividades cotidianas y no caiga en una depresión.
  • El mundo no se detiene, debemos motivarlos a seguir con sus rutinas diarias: La mejor medicina es la distracción, Lo ideal es que pase la mayor parte del tiempo activo y realizando cosas que le gustan. Así se disminuyen los momentos de tristeza, de desánimo y que se refugie en sí mismo. Compartir momentos en actividades recreativas en familia, puede ser una buena opción. Sin embargo, repetimos lo que ya mencionamos, es fundamental permitirle sentir las emociones y los momentos de tristeza, son válidos y normales, lo que no debemos permitir es que se quede anclado en ellos.
  • Evita las faltas a la escuela: Los adolescentes pasan la mayor parte del tiempo pensando en su ser querido, anhelando su compañía, se pierden en la tristeza y en sus divagaciones; evita en lo posible que falte a la escuela por este motivo. Ayudarlo con los deberes, así como también que la familia se involucre con las actividades extraescolares, puede ser de gran ayuda.

Permitir que el adolescente pase por las etapas del duelo, mientras nosotros desde nuestra posición de adultos, observamos los cambios y buscamos las maneras de hacerle el proceso uno más sencillo, habla mucho del respeto que debemos tener por los procesos propios de la edad, y por supuesto, de la independencia y privacidad que necesitan los jóvenes.

Forzar a los adolescentes en momentos tan complicados como lo es un duelo, no es la mejor de las ideas, sobre todo si queremos que se acerque a nosotros a pedir ayuda. Sin embargo, hay situaciones en las que como padres debemos tomar medidas.

Hay casos en los que el adolescente se queda estancado en el duelo y no avanza, si este es el caso, no podemos dar demasiado margen de tiempo, porque este estancamiento puede derivar en una depresión. Por ello, es muy importante que si notamos que no logra salir del mal momento, busquemos la ayuda de un profesional que pueda guiarle a gestionar positivamente sus emociones y a comprender la pérdida.

 

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